La insatisfacción laboral
Cómo salir de la insatisfacción en el trabajo
“No soporto más la presión, no aguanto a mi jefe, no tengo tiempo para mi familia, este horario me va a matar, este trabajo me va a costar el divorcio, ni siquiera gano lo que merezco por mi entrega”... ¿Le resultan familiares estas expresiones? ¿Son tal vez sus mismas quejas? ¿Qué se podrá hacer? ¿Existirá alguna salida para la insatisfacción laboral o esto ya no puede cambiar? Si usted se siente tan frustrado con su trabajo y con lo que gana ¿Se atrevería a hacer un cambio importante en su vida?. Siga leyendo este articulo y le voy a ayudar a pensar en una alternativa.
El palo al gato
Dentro del programa de mis charlas motivacionales que presento a diferentes grupos de trabajadores he instaurado una sección a la que denomino “el minuto de confianza” donde sin la presencia de los gerentes, jefes y/o supervisores (con la previa autorización de la administración) les pido a los trabajadores que expresen sus criticas sin tapujos a la política de la empresa y a la manera en que se les trata.
Luego de moderar y extraer las inquietudes más relevantes se las doy a conocer a la gerencia sin dar nombres (esto esta pactado con los trabajadores y la jefatura). Como podrán imaginar los responsables de liderar el trabajo se encuentran con más de alguna sorpresa cuando les informo lo que los trabajadores me expresaron, pero luego se ocupan en mejorar las relaciones y los procesos. Es en estas interesantes conversaciones donde encuentro - y a todo nivel jerárquico – el mismo lamento “no soporto mas la presión, no aguanto a mi jefe, no tengo tiempo para mi familia, este horario me va a matar, este trabajo me va a costar el divorcio, ni siquiera gano lo que merezco por mi entrega”…etc.,etc.
¿Le resultan familiares estas expresiones? ¿Son tal vez sus mismas quejas? ¿Qué se podrá hacer? ¿Existirá alguna salida para la insatisfacción laboral o esto ya no puede cambiar?
Hace alrededor de 7 años mientras me desempeñaba como programador de producción en un moderno aserradero de la zona central de Chile, me llamó la atención una mujer joven que traducía del inglés al español las conversaciones técnicas de mecánicos e ingenieros que montaban una nueva línea de producción. Ella era tan sobresaliente en su trabajo que parecía saber tanto o más que los que dirigían el montaje.
Me acerque y le pregunte ¿Para quién trabaja usted? Ella me miro fijamente y me dijo “para mí”. Algo desconcertado le dije “esta bien, entiendo, me refiero para que empresa trabaja usted” ella repitió su respuesta agregando “yo sólo trabajo para mí, no trabajo para ninguna empresa”. Pasó un año y yo podía responder de la misma manera, desde noviembre 2003 también empecé a trabajar solo para mí.
Aquella conversación con la traductora caló hondo y cambié mi forma de trabajar ¡que feliz me he sentido desde ese momento!. Se acabaron para siempre los horarios extenuantes, llamadas a altas horas de la madrugada, tener que posponer las vacaciones por los compromisos de embarques que se adelantaban, se acabaron los ataques de colon irritable, por fin podría estar los fines de semana en casa y todos los días a la hora de onces o cena con la familia.
En pocas palabras ya no solamente cumpliría con mi contrato laboral, gracias a mi nueva decisión, sino que también cumpliría el contrato matrimonial y el más importante el contrato que había hecho hace años y que estaba descuidando mucho servir a Dios.
Ahora el trabajo principal al cual me dedico es a exponer charlas motivacionales aprovechando mis 28 años de experiencia laboral, pero realizo varias actividades más y sólo para mí. ¡Si por fin le dí “el palo al gato!”, es decir acerté, dí en el blanco en lo que a ganarme el sustento se refiere.
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