Mujer emprendedora, el perfil de la nueva empresaria

Las conquistas de la mujer en el terreno laboral la han colocado no ya en puestos que tradicionalmente se reservaban al hombre, sino en un factor indispensable para el desarrollo de todo tipo de actividades empresariales.

Pero no caigamos en terreno resbaladizo: igualdad no significa uniformidad. No debemos pensar en la igualdad laboral entre hombres y mujeres como uniformidad de valores o capacidades. A riesgo de caer en la generalización, las cifras hablan por sí solas, y todo parece confirmar que el espíritu emprendedor e innovador es mayor en las mujeres que en los hombres, quizás por aquello de que son menos reacias a asumir cambios importantes en su actividad y, por otra parte, afrontan las situaciones que se les presentan aplicando criterios más estables y, por lo tanto, coherentes. Lo cierto es que disponen de un arma infalible: una perfecta combinación entre el sentido práctico y el emocional, algo que en el mundo de la empresa moderna ha pasado de ser una llamativa moda a un valor crucial: la inteligencia emocional.

En el terreno de la dirección, la mujer tiene un estilo claro y definido en su "modus operandi": basan sus acciones en la participación y la comunicación, el trato personalizado y el conocimiento de las personas que se encuentran bajo su mando. Es, ciertamente, un estilo que podríamos denominar "democrático".

Por otro lado, las mujeres sienten mayor satisfacción en negocios propios porque se implican ya no sólo en el terreno intelectual y físico, sino fundamentalmente en el terreno emocional. Esto les lleva a emprender acciones cuyo riesgo, existiendo, es siempre calculado.

Quizás por estas y otras cuestiones este sea el momento de la mujer emprendedora, y más ahora que, recién aprobada en nuestro país la Ley de Igualdad, se ha dado un espaldarazo definitivo a su papel en el mundo laboral y empresarial.