Una prueba para conocer lo distraida que es una persona

Un tema de conversación aburrido, una clase magistral soporífera o simplemente la falta de sueño pueden provocar que, súbitamente y sin motivo aparente, nuestra mente parezca desconectarse por un lapso de tiempo de unos segundos o incluso minutos. Lo llamamos distracción y lo atribuimos a un mero episodio de reducción en nuestro nivel de concentración mental o de un funcionamiento erróneo de nuestra memoria inmediata.

Un grupo de científicos londinenses afirman haber dado con el origen científico de estos episodios. Para estos expertos en Psicología, el proceso que da origen a la atención no presenta un cese o reducción importante de actividad, sino que desvía la dirección reemplazando el objetivo. Tal cambio de dirección puede venir motivado bien por la aparición de un agente externo cuyo interés –de forma subliminal- es más poderoso para el cerebro que el original, o bien por simple cansancio.

Sea por uno u otro motivo, lo cierto es que hay personas que presentan este tipo de episodios con una frecuencia suficiente como para pensar en un riesgo para, por ejemplo, el desarrollo de una actividad laboral. De ahí que para algunos profesionales de los Recursos Humanos se haya convertido la detección de las personas distraídas en un factor clave.

En la búsqueda de un sistema para evaluar la predisposición de un individuo a distraerse, estos científicos británicos diseñaron un test de cierta complejidad, consistente en una serie de letras en disposición circular de entre las cuales el individuo a evaluar debía localizar una en concreto.

La conclusión más relevante de los experimentos llevados a cabo con este test fue que el nivel de distracción era realmente menor cuanto mayor era la dificultad de resolución de la prueba. El motivo, según confirmaron los expertos, es que el cerebro presenta cierto sistema de selección de información a la hora de procesarla, desechando para su actividad aquella que no resulta relevante para la tarea principal.