Consejos para superar el dolor y el sufrimiento
¿Cómo enfrentar el dolor y el sufrimiento?. Ante una agresión, es normal que reaccionemos en defensa propia...
El hombre reacciona de igual forma ante una agresión física que ante una de tipo anímico o psíquico. Nos quejamos, sentimos dolor e intentamos curar dicho dolor. Sin embargo, en el ámbito anímico ese mecanismo no nos alivia.
Cuando sufrimos un golpe físico que produce un daño en nuestro cuerpo, surge un dolor que mitigamos aplicando la cura adecuada. Pasado un tiempo y con los cuidados necesarios, el dolor remite y la herida, si la hay, desaparece. Sin embargo, los golpes emocionales precisan de una "curación" bien distinta.
Solemos centrarnos en el dolor que sentimos y en la forma de mitigarlo, sin reparar en que el agente causante de dicho dolor pervive e impide que éste desaparezca. Así, si nos centramos en el dolor, sea nostalgia, desamor, culpabilidad o simplemente tristeza, y no tomamos la decisión firme de superarlo, nos estamos negando a nosotros mismos la posibilidad de iniciar una reacción. Es necesario olvidarse de lo negativo que resulta para nosotros estar sufriendo ese dolor y canalizar nuestras energías y nuestro esfuerzo hacia la reacción.
El primer paso debe encaminarse a una introspección personal que nos permita reconocer y asimilar el dolor y aquello que lo ha causado con auténtico espíritu analítico y no autocompasivo. Se trata de saber lo que ha pasado y cómo solucionarlo, no de recrearse en el dolor.
El siguiente paso debe significar el comienzo de la reacción. En pocas palabras, debemos comenzar a movernos. Pero eso requiere una fortaleza, firmeza o voluntad que en esos momentos suele quebrar como consecuencia precisamente del dolor.
Para que esa reacción sea posible debemos envolvernos de actividades, situaciones, lugares e incluso personas cuya influencia positiva para nuestro estado de ánimo nos ayude a reunir esa energía necesaria para superar nuestra debilidad y el dolor.
Pero no hay que confundir estas "ayudas externas" con curas milagrosas. Sólo nosotros mismos podremos salir "del pozo", para lo cual debemos convertir el dolor en nuestro aliado, o dicho de otra forma, debemos utilizarlo en nuestro provecho asimilándolo, aprendiendo de él y añadiéndolo a nuestra "biblioteca" personal para, con fuerzas renovadas, continuar nuestro "aprendizaje".
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