Optimismo ciego versus pesimismo moderado
El pesimismo moderado conduce a la acción
Los pesimistas son fastidiosos, pero a menudo tienen la razón. Como lo anotan los libros de gestión, el optimismo lleva a los empleados a alcanzar niveles excepcionales de logros.
Los pesimistas son fastidiosos, pero a menudo tienen la razón, mientras que en la empresa se acepta mucho mejor el optimismo ciego a un pesimismo moderado.
Tradicionalmente, los expertos señalan que el optimismo genera buenos resultados porque se contagia positivamente en el resto de la organización. Sin embargo, el pesimismo provoca justo el efecto contrario.
Pues bien, ahora esta tesis parece rebatirse porque algunos expertos señalan que un optimismo exagerado puede ser irreal y por tanto puede deformar la realidad que observan los empleados en el día a día, provocando en el medio plazo efectos no deseados.
Los optimistas suelen trasladar su sentimiento de forma desproporcionada al resto de los empleados lo que puede provocar relajación, conformismo y sensación de que todo va bien. Por todo ello, este tipo de personas no aceptan a los pesimistas moderados que son los que normalmente advierten de los posibles obstáculos, por otra parte lógicos, a los que se debe enfrentar diariamente la organización.
Según Shelley E. Taylor, profesora de psicología de la Universidad de California, Los Ángeles, los pacientes con cáncer que recaen, tienden a decir "lo venceré como la vez pasada", pero a los pesimistas no se les da el beneficio de la duda.
Varios estudios demuestran que un pesimismo relativo es más preciso en el momento de calcular el éxito o el fracaso en una tarea simple, en comparación con el optimismo, que subestima los fracasos y sobrestima los éxitos.
Según los expertos, hay evidencias de que el pesimismo puede ser motivacional, en lo que se denomina el "pesimismo defensivo" que conduce a los empleados y a las personas, en general, a luchar por alcanzar sus metas, lejos del conformismo del optimista, al que un sencillo plan de contingencia les parece pesimista.
En definitiva, el pesimismo moderado conduce a la acción y el optimismo exacerbado a la inactividad y claro, en un mundo tan complejo y tan cambiante, esto último no debe ser muy positivo por muy optimista que se sea.
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