Autoayuda contra la drogadicción
Salir de la oscuridad
La drogadicción es un mal que afecta a millones de personas en todo el mundo, y que posee una especial incidencia en los jóvenes. El mercado que se mueve alrededor de esta patología, que aprovecha económicamente el flagelo, agudiza aún más sus efectos sociales. Ante esto, los grupos de autoayuda pueden ser una vía de escape.
Las actividades desarrolladas en grupos de autoayuda podrían acelerar la recuperación de drogadictos, de acuerdo a un estudio de la especialista Elnora Van Winkle (Universidad de New York). Los resultados de esta investigación fueron publicados en la Revista Medical Hypotheses, en un artículo titulado “The Toxic Mind: the biology of mental illness and violence”(“La mente tóxica: la biología de la enfermedad mental y la violencia”).
El trabajo sostiene que la liberación y el reencauzamiento de las emociones reprimidas en las personas que sufren de la adicción a las drogas, a través de terapias psicológicas y medidas de autoayuda, permitiría liberar ciertas toxinas que se acumulan en las regiones del cerebro que controlan actividades específicas, y que están relacionadas con las conductas adictivas.
Por otro lado, la génesis del problema estaría en la depresión que provoca la represión de emociones, algo a lo que estamos acostumbrados desde la infancia. Esa depresión, que desemboca en angustia, crearía las condiciones necesarias para la drogadicción, manifestándose a nivel psicológico y biológico, en procesos comprobados científicamente.
En consecuencia, la liberación de emociones que supone la actividad de los grupos de autoayuda sería un factor importantísimo para la recuperación de la persona.
Reconocer el problema y actuar
De acuerdo al trabajo científico citado, para incrementar y agilizar los procesos de recuperación, es necesario reconocer los síntomas nerviosos excitativos o nocivos. Lo principal es no ocultar estas manifestaciones, sino sentirlas intensamente, liberarlas y redirigirlas positivamente.
Es preferible, de acuerdo a las conclusiones de Van Winkle, golpear un mueble o gritar ante una situación de angustia que reprimir esa actitud, algo que desembocará en una profunda sensación de vacío. Este vacío, combinado con otras condiciones, puede llevar a la persona al oscuro laberinto de la droga.
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