La fórmula de la felicidad

La llave de la felicidad. Un congreso internacional reivindica la inteligencia emocional como clave para mejorar no sólo las relaciones personales, sino el rendimiento en el trabajo

El Primer Congreso de Inteligencia Emocional, celebrado recientemente en Málaga, ha congregado a más de 200 expertos de diversas disciplinas, desde las que se aplica el concepto popularizado por Goleman, hace ya más de diez años.

Una de las conclusiones a las que llegó el congreso fue una idea que, hoy en día, sigue constituyendo el auténtico caballo de batalla de los profesionales especializados en Inteligencia Emocional, sea cual sea la parcela o disciplina en la que se desarrollan: el bienestar humano y, por consiguiente, la felicidad, depende en gran medida de la existencia de un binomio compensado y armónico, entre racionalidad y emotividad.

Tras un largo periodo dominado completamente por un racionalismo radical, que no sólo desdeñaba el plano emocional sino que postulaba fervientemente su inhibición y represión, la Inteligencia Emocional no puede abundar en el extremo opuesto, sino en un equilibrio que permita extraer lo mejor de cada parte, razón y corazón. En este caso, la discriminación positiva no compensaría, ni mucho menos, un mal o carencia del pasado.

De este modo, los expertos en Inteligencia Emocional afirman que la fórmula de la felicidad, esa "receta" para conseguir la plenitud existencial del hombre, consiste en una comunión real y cotidiana de la razón y la emoción, en la que ambas vertientes del "yo" sumen, aporten y contribuyan, no se contrapongan o excluyan la una a la otra.

En este sentido, se podría afirmar que la felicidad se situaría más en una situación de estabilidad que en un ascenso meteórico, lo que haría bueno el dicho "cuanto mayor sea la subida, mayor será la caída".

La inteligencia emocional, lejos de buscar el imperio de la emoción, busca la identificación, asunción y regulación de las propias emociones, para re-utilizarlas en beneficio propio, incluso las que, en un principio, pudieran parecernos negativas, ya que una tendencia emocional como la testarudez, bien utilizada y trabajada, puede transformarse en tenacidad, valor positivo en según que situaciones o circunstancias.

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